
María Elena:
No puedo acepar la asimilación de la Pachamama y la Ley natural, tal y como la defendió Pedro el día anterior, me parece un poco forzada. La Ley Natural tiene unas connotaciones propias de impersonalidad, rigidez e inmutabilidad. Mientras, para los andinos, la Pachamama, traducida con frecuencia como Madre Tierra, aunque una traducción más literal sería "Madre Mundo" siempre se presenta como una entidad personal: una diosa cruel, celosa, rencorosa y vengativa, ansiosa de obtener sacrificios, pero si alguien le cae en gracia lo favorece. Cuando se enoja, manda el trueno y la tormenta.
Es, por tanto, la fuerza de la naturaleza identificada, como distinta al Sol, la Luna y al Mar, aunque a la vez, englobándolo todo, en planteamiento muy andino de unidad y diversidad.
Pedro:
Sin embargo, eso no impide afirmar como los andinos personifican en la Pachamama ese conjunto de leyes que rigen la naturaleza, esas leyes las vamos descubriendo a través de la ciencia: desde la ley de la gravedad a la ley de la relatividad.
De esa manera, los antiguos solucionan los problemas: acudir a los mitos para explicar lo inexplicable. Nosotros vemos ahora la profundidad de algunos mitos, como el de la Pachamama, tras el mito de una diosa se esconde una ley.
María Elena:
Yo estaba en Lima cuando el Papa Juan Pablo II fue al Perú, en esa época me consideraba medio budista, pero salí a la calle por donde debía pasar.
Nos saludaba desde el carro, yo me sentí saludada personalmente desde la lejanía al pasar — lentamente— frente a mí. Una amiga me acompañaba y me dijo:
—Me he sentido trasformada cuando por televisión le vi llega y antes de saludar las autoridades o a los que le esperaban, se inclinó y besó la tierra. Ese gesto lo hacemos cuando veneramos a la Pachamama.
Ella, como otras muchas personas, son creyentes de la Pachamama y se siente cristianos. No advierten ninguna incompatibilidad. Para mí, tampoco había mucho problema: saberme budista y sentir respeto y reconocer la valía de san Juan Pablo II.
Pedro:
Se cuenta como un dignatario preguntó a un indígena aymara:
—Para vosotros, la Pachamama (la madre tierra), el Inti (el padre sol) Mama Quilya (la madre luna) son dioses.
Y le respondió:
—Quienes no han sido cristianizados, los pueden consideran dioses; para quienes hemos recibido la luz del evangelio, no son dioses, sino los mejores regalos de Dios.
¡Respuesta genial! Son muestras del amor de Dios, pero evidentemente no son dioses.
Sorprende también como, tras la llegada de los españoles y la conversión al catolicismo, la figura de la Virgen Santa María se identificó con la Pachamama. Para muchos pueblos indígenas fue una reacción natural, pues la tarea de Maria: madre y protectora de todos los creyentes era similar al de Pachamama: madre de todo lo visible.
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