23º Gota de Rocío - María Andrea Parado de Bellido

Publicado el 27 de abril de 2022, 16:27

 

 

María Elena:

 

Habían pasado apenas 40 años de la muerte de doña Micaela, cuando desde el Cusco, el Virrey La Serna envió a sus fuerzas contra los montoneros y de manera despiadada cumplieron su labor de represión. Pueblos enteros fueron incendiados y arrasados, y sus pobladores masacrados. Concentró todos sus esfuerzos en exterminar a las guerrillas de Quirós, con quien militaban el esposo y los hijos de doña María Andrea Parado de Bellido, a partir de ese momento ella participó en la lucha contra el dominio español.

De esta mujer mestiza y quechua-hablante se conocen pocos detalles de su vida: era hija natural del criollo Fernando Parado y de la nativa Jacinta Jayo. Su infancia fue, como la de todas las niñas indígenas de su tiempo en un pequeño pueblo serrano, no recibían ninguna instrucción y solo se les preparaban para las futuras tareas familiares.

 Se casó, a la edad de 15 años, con Mariano Bellido, un negociante y tuvo siete hijos: Gregoria, Andrea, Mariano, Tomás, María, Leandra y Bartola. Tanto su esposo como sus hijos varones colaboraron desde 1820 con las fuerzas patriotas.

Su hijo Tomás se enroló en un grupo de montoneros dirigidos por Cayetano Quiroz. 

Después de un año sin noticias de él y queriendo evitarle los futuros peligros, María Andrea envió a sus hijas Gregoria y Andrea al pueblo donde estaba, con la misión de rescatarlo, enviando para tal fin 500 pesos al jefe de la guarnición. 

Al jefe Quiroz no le pareció mal devolver el hijo a la madre, pero antes, le llamó a su presencia para comunicarle la petición de María Parado. Tomás Bellido con gesto patriótico se negó a marchar hasta ver triunfante la causa de la libertad, pero aconsejó a su jefe se quedara con el dinero, pues lo necesitaban para armamento. 

Por otra parte, su esposo, y su otro hijo varón, Mariano, empezaron a colaborar con los montoneros actuando en coordinación con las fuerzas regulares del general José de San Martín.

Tal vez la actuación del esposo y sus hijos impulsó a María Andrea a colaborar, desde la ciudad de Huamanga donde vivía con el ejército libertador. Como no sabía escribir, le dictaba la información a un amigo de confianza llamado Matías Madrid, ella solo sabia dibujar su segundo nombre, así firmaba las cartas mandadas a su marido.

Por medio de ellas le comunicaba los movimientos y los planes del enemigo; esa información se la daba de inmediato a su jefe Quirós. 

 

Pedro:

Gracias a una de esas misivas, pudieron abandonar el pueblo de Quilcamachay, el 29 de marzo de 1822; al día siguiente fue ocupado por los realistas, y olvidada por descuido en la ropa de un guerrillero muerto, encontraron la carta.

Este era su texto:

Huamanga, Marzo 26 de 1822

Idolatrado Mariano:

Mañana marcha la fuerza que de esta ciudad a tomar la que existe allí, y a otras personas, que defienden la causa de la libertad. Avísale al Jefe de esa fuerza, señor Quirós, y trata tú de huir inmediatamente a Huancavelica, donde nuestras primas las Negretes; porque si te sucediese una desgracia (que Dios no lo permita) sería un dolor para tu familia, y en especial para tu esposa.

Andrea.

La misiva encontrada solo estaba firmada con un nombre, pero pronto identificaron quien era la remitente. María Andrea fue apresada el 30 de marzo en Huamanga y sometida a intenso interrogatorio. No dudaron en aplicarle tortura, aunque tenía más de 60 años. Su respuesta fue siempre: 

—”¡Yo la escribí!” 

Pero sabían que ella no podía haberla escrito, pues no sabía escribir, le pidieron el nombre del escribano, pero se negó a dar nombres y  finalmente, ordenaron su fusilamiento.

Custodiada por los soldados de la guarnición, María fue llevada en procesión en torno a la plaza del pueblo y en cada esquina un oficial leyó el bando de la sentencia, justificando su acción 

—”Para escarmiento y ejemplo de los posteriores por haberse rebelado contra el rey y señor del Perú” 

Luego fue conducida a la plazuela del Arco donde estaba el pelotón de fusilamiento. Después de ser amonestada por última vez, para que revelara el secreto, prometiéndosele la vida, rechazó la proposición sin vacilar. Dirigiéndose valerosamente a sus verdugos, les dijo: 

”No estoy aquí para informarles a ustedes, sino para sacrificarme por la causa de la libertad”

Y resignada a sufrir el último suplicio, se arrodilló y esperó la muerte con la mirada dirigida al cielo. 

María Andrea Parado fue fusilada en la Plaza de Armas de Ayacucho, el 27 de marzo de 1822, su cadáver fue trasladado al templo de La Merced, donde fue sepultado de limosna por los frailes mercedarios.

De su marido e hijos mayores no se tiene noticia, en cambio, sus hijas menores quedaron desamparadas, pero un párroco las acogió en su Iglesia y las encomendó al cuidado de una familia cristiana. Cuando la independencia se consolidó, Simón Bolívar promulgó un decreto entregándoles, la casa de un español huido y una pensión. Poco después, María Parado de Bellido fue nombrada mártir de la independencia.

 

 

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