
María Elena:
Para algunos historiadores, al organizar la sociedad, los españoles tuvieron el acierto de valorar —positivamente— las antiguas instituciones incaicas y asimilarlas. Hasta poder considera el Virreinato como una continuación del Incanato creado por Pachacutec.
Los caciques nativos siguieron ejerciendo su autoridad, y recibieron títulos nobiliarios españoles. La elite Incaica, y la nobleza Quechua y Aimara, fue respetada y con frecuencia hasta matrimoniaron. Fueron el enlace entre las nuevas autoridades y los nativos: llegaron a considerar a los Reyes de España como los nuevos Incas.
Siempre está la tentación de hablar sobre su crueldad, (no romantizar con color rosa la conquista) pero si somos honestos, generalizar también es una tremenda injusticia.
Los evangelizadores fueron —con gran frecuencia— respetuosos con los nativos. Los frailes de las distintas órdenes: Dominicos, Franciscanos, Agustinos, Jesuitas y los últimos en llegar los Mercedarios, fomentaron el estudio de quechua y aimara, editando diccionarios y gramáticas, suscitaron colegios y universidades.
Fueron aislados los casos de fanatismo: la quema de quipus o de objetos religiosos incaicos, se ha encontrado el Pachacámac, aunque durante siglos, se acusó a Hernando Pizarro, de haberlo destruido cuando llegó a ese Santuario, tal parece le escondieron el original, y encontró una copia, puesta en el lugar, para engañarle.
No todo era perfecto, pero fueron Bolívar y San Martín, con ayuda de otros criollos, quienes realmente acabaron con el Incanato. Destrozando una estructuras sociales sin ser capaces de conseguir algo mejor, en medio del caos y las injusticias. Tanto San Martín como Bolívar invadieron el Perú porque era el centro del poder del Rey español en Sudamérica.
Muchos habitantes del Virreinato lucharon del lado del Rey, la independencia fue impuesta, tal vez, contra la voluntad mayoritaria de los peruanos, hay discusión entre los historiadores sobre ello. Uno se llamó Protector y el otro aceptó ser Dictador de la República naciente.
Decidieron —de forma inmediata— la expulsión de quienes habían ejercido cargos antes de la liberación, pero pronto se hizo extensivo a todos los que no habían nacido en América.
“Españoles y naturales de las Islas Canarias, preparaos a una muerte segura, aunque seáis solo indiferentes. Americanos, vosotros viviréis, aunque seáis culpables.” Bolívar
La expulsión fue un auténtico drama para miles de mujeres y niños. (Cuando vemos las huidas de la Ucrania ocupada, tal vez nos lo recuerde). Aunque la situación ni se parecía, aquí han entrado extranjeros en sus tierras, allá fueron las guerras civiles de la independencia. España no envió soldados, (después de los descalabros en su lucha contra Napoleón, no tenía capacidad) las luchas fueron entre realistas y revolucionarios. Todos eran americanos: criollos, mestizos, nativos y negros; con frecuencia hermanos y primos en uno u otro bando.
El Perú no se hubiera independizado en 1824 sin su actuación, pues San Martin dejo sin terminar la derrota de los españoles. Pero el Perú sería más grande y fuerte. Ninguna otra nación jamás sufrió por su independencia como el Perú. Sin Bolívar nuestra independencia hubiera demorado unos años.
Se perdió más de la mitad del territorio nacional de modo irrecuperable. ¿Ha habido otro país latinoamericano que haya pagado por su independencia más de un millón cien mil kilómetros cuadrados?
Pedro:
Los españoles de Perú, especialmente en Lima, sufrió toda la crueldad y el terror causado por Bernardo Monteagudo (Perteneció a la masónica Logia Lautaro, fundada por San Martín). Llegó a Lima con el ejército libertados y fue nombrado ministro de Guerra y Marina, además, ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores del Protector, durante el primer gobierno independiente del Perú.
Entre diciembre de 1821 y febrero de 1822, dictó una serie de resoluciones destinadas a desterrar a los españoles. Ricardo Palma, en su estudio histórico sobre Monteagudo, habla de 4.000 hispanos expulsados del Perú por decisión suya.
Creó en Lima un ambiente de terror, prohibió regentar comercio y salir a la calle desde el atardecer, así como usar capa y les embargó todos sus bienes. Los últimos en marchar sufrieron toda clase de abusos y desprecios. Muchos de ellos fueron víctimas de la salvaje crueldad del capitán del bergantín Pacífico.
Monteagudo le mandó reunirse en el puerto de Callao con la promesa de volver a España y los enviaba en chalupas hasta el Bergantín situado a dos kilómetros. Cuando llegaban, las barcas llenas de mujeres y niño, el famoso capitán obligaba a sus marineros a hacerlas naufragar, clavándolas con los bicheros. Morían solo por haber nacido en España, aunque muchos niños nacieran en América.
La fortaleza del Callao, defendida por una guarnición de unos 2000 soldados aún leales al Rey, se convirtió en el lugar donde los derrotados en la Batalla de Ica, 1822 y en la Batalla de Ayacucho de 1824 se refugiaron.
En medio de esta situación:
“La guarnición de la fortaleza del Callao se sublevó, acaudillada por el sargento Moyano (...) Las tropas españolas avanzaron rápidamente hacia Lima. En tales circunstancias desesperadas, el congreso peruano se reunió y llamó a Bolívar, (...) designándolo dictador y suspendiendo la vigencia de la Constitución. Fue en tales horas críticas, que el presidente peruano marqués de Torre Tagle, el vicepresidente (...) y , el (...) ministro de Guerra, con 337 generales, oficiales superiores y jefes subalternos del ejército peruano, se pasaron al bando de los españoles. Al mismo tiempo, el honrado marqués (a quien dominaba notoriamente su voluble mujer) publicaba un manifiesto cubriendo de insultos al Libertador”. Gobierno Bolivariano de Venezuela
La fortaleza fue el último refugio de un territorio que había sido hispánico desde tiempos de Pizarro. La capitulación de la fortaleza terminó con solo 400 soldados supervivientes, de un total de 700 personas vivas.
Y ya estaba Bolívar en Lima y además llamado por el Congreso y convertido en Dictador.
El Dictador no se contentó con despojarnos de Guayaquil, actual Ecuador, y la Asamblea de Chuquisaca, el 6 de agosto de 1825, decreta la independencia del Alto Perú, se llamará la "República de Bolívar".
Endiosaron su figura, creando una República con su nombre. Se convirtió en “padre, salvador de pueblos, inmortal” y lo declararon su primer presidente y protector.
El general Antonio José de Sucre fue el artífice de este atropello, alegando la autodeterminación de los pueblos, aunque no hay constancia de preguntar, ni siquiera, a los miembros de la Asamblea. Bolívar escribió su Constitución y la declaró: su hija predilecta. Todo esto contradice el proyecto de una Gran Colombia, estaban dividiendo el Virreinato.
El deseo de Sucre de halagar a un Bolívar, henchido de vanidad y poder. En ese momento era un joven de 42 años, de apenas 1.63 de estatura, sin ningún freno moral, ensalzado hasta las náuseas, allá por donde iba. A quien en todos las ciudades los ricos ofrecían a las bellezas de los pueblos para pasar la noche. No sé que grado de machismo es esa actitud del Libertador.
El amor de su vida fue una española y lamentablemente murió tan joven.
También pretendió regalar a Bolivia la costa desde Tacna a Antofagasta y hasta fomentar una pequeña República con capital en Arequipa.
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